viernes, 11 de mayo de 2018

"WILD WILD COUNTRY": cuando la realidad supera la ficción

Si en el post de “On My Block” publicado hace unos días comentaba lo bien que se le da a NETFLIX el género de las series de adolescentes e institutos, parece que no es el único género con el que la plataforma de streaming parece estar ganándose el respeto y la admiración de sus suscriptores. También en el terreno del documental parece estar haciéndose un destacado hueco en el cada vez más saturado mundo de las series de televisión. Con relatos de true-crime como “The Keepers” o “Making a Murderer” consiguió helarnos la sangre y algo similar parece haber logrado con uno de sus últimos estrenos, la miniserie documental “Wild Wild Country”.


Este documental dividido en seis episodios de algo más de una hora de duración cuenta la historia de la secta de los Rajneeshees a su paso por el estado de Oregón en Estados Unidos, donde los fieles de este culto compraron una extensión enorme de terreno con la intención de construir una ciudad donde poder practicar sus creencias y vivir de acorde a las enseñanzas del maestro Bhagwan Shree Rajneesh. Lo que en un principio se iba a convertir en el paraíso terrenal se convirtió en su mayor pesadilla al darse de bruces contra la poco tolerante sociedad americana representada en un pequeño pueblo de tan sólo 40 habitantes llamado Antelope (compuesto en su mayoría por jubilados que contaban con un vivir un retiro pacífico y sin sobresaltos), que no estaba dispuesto a aceptar de buen agrado a unos desconocidos que practican el amor libre y que reciben centenares de nuevos fieles cada día.


A lo largo del metraje iremos viendo como la tensión entre un bando y el otro va creciendo hasta puntos inimaginables que rozan el surrealismo y que dejan al espectador con la boca abierta. Supuestos envenenamientos con los que tomarse la justicia por su mano, armas intimidatorias y un sinfín de atentados contra la integridad física de los miembros de uno y otro bando que se alternan con batallas judiciales e investigaciones por parte del FBI con el objetivo de defender unas posturas que están lejos de llegar a un punto de unión o tregua. Una tensión que en todo momento parece estar a punto de explotar y que crea en el espectador una sensación mezcla entre incredulidad y adicción.


Cada uno de los episodios resulta más aún más fascinante que el anterior, y eso es gracias no sólo a lo demencial del relato, sino también a las más de 300 horas de material de archivo que los hermanos Maclain y Chapman Way (con la producción de los hermanos Duplass detrás), artífices de “Wild Wild Country” tardaron más de un año en clasificar, analizar y adaptar. No sólo eso, sino que además realizaron más de 110 horas de entrevistas con algunos de los protagonistas de la historia, entre ellos la que fuera mano derecha del líder de la secta, la magnética Sheela, que fue su confidente y secretaria personal y cuyas apariciones en cámara nos dejan alguno de los mejores momentos de todo el relato.

Además de la propia Sheela, también contamos con profundas entrevistas al que fuera abogado de Bhagwan y posterior alcalde de Rajneeshphuram, además de un par de fieles seguidoras y habitantes de la comuna y varios de los vecinos de Antelope contrarios a la llegada de los fieles del nuevo culto. El conocer en primera persona sus vivencias de aquellos años y la evolución de los relatos de unos y otros hace que el espectador caiga hipnotizado ante cada uno de los pasos que van dando sus protagonistas. El culto crece, la rivalidad también, y con ello las ganas del espectador de descubrir cuál será la siguiente ¡OH MY F***ING GOD!


Si algo hemos aprendido viendo “Wild Wild Country”, además de que Sheela es uno de los personajes televisivos más bestiales y fascinantes que nos ha dado el 2018, es para saber hasta qué punto puede llegar el límite del ser humano con tal de defender una postura, una religión o una idea. Las personalidades de los personajes que van apareciendo en cada capítulo, da igual el bando o la idea que defiendan, dan muestra de una nula capacidad de diálogo, de empatía, de entendimiento y de comprensión hacia aquellos que viven la vida de una manera radicalmente distinta a la nuestra. El odio hacia lo desconocido no es más que el motor que genera una serie de comportamientos no solamente cuestionables, sino directamente deleznables (y fuera de la ley).

“Wild Wild Country” es la pura demostración empírica de esa frase tan hortera, pero tan cierta en este caso, que dice que la realidad siempre supera la ficción. Un relato tan fascinante como aterrador que desde ya debería figurar en lo mejor de este 2018. Una de las mejores recomendaciones que os puedo hacer en este momento y que demuestra que entre la sociedad de los 80 y la actual no hay tanta diferencia.

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