viernes, 16 de marzo de 2018

"LOVE": la tercera y última prueba para Gus y Mickey

Las despedidas nunca son felices y después de tres temporadas NETFLIX estrenaba el pasado viernes los 12 episodios que componen la tercera y última temporada de “Love”, la comedia protagonizada por Gillian Jacobs y Paul Rust. Por un lado había muchas ganas de maratonear estos últimos episodios pero por otro, sabiendo que iban a ser los últimos, sentía que tenía que saborearlos al máximo. Pero tarde o temprano, el final ya estaba aquí y había que hacer balance de todo lo que nos habían enseñado Mickey y Gus (en el caso de que no os hayáis animado a ver “Love”, os recomiendo leer antes este post que escribí hace año y medio sobre la primera temporada).


Tras terminar el visionado no puedo evitar tener la sensación de que cada una de las temporadas de “Love” se ha encargado de radiografiar con certeza cada una de las etapas tempranas de una relación. La primera, el la que ambos se conocen, estaba plagada de esos primeros instantes de química, pero también de esas inseguridades al temer que a la otra persona no le guste algún aspecto de nuestra personalidad o nuestro entorno. En la segunda veíamos a la pareja en una situación más estable, pero también más arriesgada. Aún no se conocían lo suficiente y cualquier paso en falso puede cargarse la confianza (como así ocurrió).


A partir de aquí, spoilers de la tercera temporada de “Love”.

Y en esta tercera temporada veíamos ya a la pareja mucho más asentada en la relación, que parece haber dejado atrás las inseguridades de ambos que nos han tenido en vilo las dos pasadas temporadas. Mickey parece mantener a raya sus adicciones gracias a las reuniones a las que acude y también a su nueva posición de productora en la radio en la que trabaja. Y Gus está bien asentado en la rutina de su profesión de profesor de una joven actriz, Arya Hopkins (la propia hija de Judd Apatow, Iris) mientras sigue adelante con su sueño de vender sus propios guiones. 


En la primera parte de la temporada los veremos en perfecta armonía sentimental mientras lidian con sus respectivos trabajos. Su relación parece estar asentada y la confianza entre ambos parece haber solidificado los cimientos de la misma. Pero a medida que avanzan los episodios, las inseguridades, especialmente por parte de Gus vuelven a  aflorar, gracias en gran parte a tres hechos diferentes que pondrán a prueba la relación. El primero de ellos es la decisión de Gus, animado por Mickey, de convertirse en director del guion que acaba de terminar y que no consigue vender. El rodaje pondrá a prueba los nervios de él, pero también la paciencia de todos los que le rodean y que son precisamente los que están sacando adelante el rodaje.

En segundo lugar, la boda de una de las mejores amigas de la universidad de él, en cuya celebración, Mickey conoce algunos de los aspectos del pasado de él que este no se había atrevido a contarle. Y por último, el viaje que ambos realizan a Dakota del Sur con motivo de la celebración de los 40 años de matrimonio de los padres de Gus, donde Mickey conocerá a los miembros de su peculiar familia además de otro buen puñado de secretos que Gus no le había contado, más por vergüenza que por otra cosa. Tres hechos sin importancia aparente que se convirtieron en pruebas de fuego de las que ambos saldrán adelante pero dañando profundamente la confianza en la relación.


Si la relación entre Gus y Mickey ha tenido sus vaivenes emocionales, lo mismo parece haber ocurrido con Bertie (Claudia O´Doherty), que ha vuelto a convertirse en la robaescenas de la serie gracias a la incipiente relación con Chris, uno de los mejores amigos de Gus. Si la relación del personaje de Bertie con Randy (Mike Mitchell) no iba ya a ningún sitio, ni dentro ni fuera de la serie, la compañera de piso y amiga de Mickey parece haberse revitalizado emocionalmente gracias a una maravillosa química con Chris. Ojalá ahora que ha acabado la historia de los dos protagonistas, la serie decidiese continuar con Chris y Bertie como protagonistas. Nos darían momentos maravillosos.

Con todo esto, el final de “Love” ha estado a la altura de lo que habíamos visto anteriormente. Fiel a su espíritu desde el principio, la serie se ha despedido dejándonos una sensación ligeramente amarga pero con un toque de esperanza que nos hace ver que en las relaciones de pareja no todo es blanco o negro, sino que dependiendo de la perspectiva personal que le apliquemos, puede ser lo que cada uno queramos que sea. Y desde luego la de Gus y Mickey no ha sido una relación ejemplar, pero sí que ha sido rematadamente entretenida y adictiva. “Love” se estrenó al rebufo de otras comedias como “Girls” o “You´re the worst”, pero se ha despedido como una serie con entidad propia gracias en parte a sus dos personajes protagonistas, un tándem perfecto.

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