miércoles, 20 de enero de 2016

"American Crime" y las heridas abiertas

En enero de 2015, hace ahora poco más de un año, se estrenó en Estados Unidos una serie llamada “American Crime” creada por John Ridley, guionista ganador del Oscar por “12 años de esclavitud”. Se trataba de una serie antológica, es decir, que cada temporada iba a tener un argumento completamente distinto al anterior, formato que puso de moda Ryan Murphy en “American Horror Story” y que también hemos podido ver con mayor o menor fortuna en “True Detective” o “Fargo”. La primera temporada contaba la historia de una joven pareja de Modesto, California, con una vida aparentemente normal y que son víctima de un ataque en su domicilio en el que él fallece y ella sufre graves daños tanto físicos como psicológicos y sexuales. Dicha agresión no es más que una excusa para desvelar el verdadero leit motiv de dicha primera temporada, el racismo. Y es que los atacados son blancos mientras que los sospechosos son negros o latinos. Algo que no solo mostró la cada vez más latente tensión racial estadounidense sino que además profundizó en el ya de por sí cuestionado sistema judicial norteamericano. Un sistema torpe y lleno de agujeros. 


Y hace ya un par de semanas llegó la tan esperada segunda temporada. Esta vez centrada en una escuela elitista privada que abandera la excelencia académica a través del deporte y en la que un joven es expulsado tras la difusión en redes sociales de unas fotografías suyas en un estado de embriaguez lamentable tras la fiesta del equipo de baloncesto. Una simple borrachera que en realidad esconde un caso de agresión sexual. Diferente historia pero misma herida abierta que en la primera temporada: mismo sistema judicial podrido por dentro y misma lucha de clases, añadiendo esta vez las deficiencias del sistema escolar americano. Un sistema más preocupado por mantener oculta dicha agresión para no dañar la imagen del instituto que por llegar a la verdad del asunto. Y si a eso añades el hecho de que las agresiones sexuales a varones están aún más estigmatizadas que las del sexo femenino, el conflicto adquiere una temática aún más dura y difícil que en su primera temporada.

Y es que “American Crime” no es una serie fácil de ver. No en el sentido de que sea lenta o aburrida. Todo lo contrario. Sino por el hecho de contarnos de una manera magistralmente cercana al documental la realidad de que tras una falsa fachada de progresismo y modernidad se esconden el racismo, el clasismo, el machismo y la homofobia que todos se empeñan en negar. Y eso es algo que, francamente, resulta complicado de digerir. Sin hacer spoiler, en el segundo episodio hay una escena con un primer plano de Taylor, el chico agredido sexualmente, mientras la doctora de la que sólo escuchamos su voz le explica en qué consiste el examen médico que le va a practicar, que es realmente devastadora. Y todo ello emitido valientemente en una cadena en abierto en Estados Unidos, la ABC. Algo que parecía nicho exclusivo de las cadenas de cable más exclusivas.


Si hay otro aspecto a destacar de “American Crime” además del crudo realismo, son sus interpretaciones. Felicity Huffman, que en la primera temporada interpretaba a la madre del joven asesinado y que en esta segunda encarna a la directora del instituto en el que transcurre la acción, está sensacional interpretando a dos personajes muy distintos pero con un común elemento antipático que resulta fascinantemente incómodo. Regina King, que también está maravillosa en “The Leftovers” , Timothy Hutton interpretando ahora al entrenador del equipo de baloncesto y Lily Taylor haciendo en esta segunda temporada de la madre del joven agredido son otros de los actores que repiten. Y si los actores veteranos elevan el resultado final,  también es muy destacable el grupo de intérpretes jóvenes que en ambas temporadas dan la talla de una manera poco usual en personajes adolescentes.

En la presente temporada de galardones y reconocimientos, “American Crime” está presente en casi todas las nominaciones de todos los grandes premios, incluido el EMMY a mejor actriz de reparto que consiguió Regina King hace unos meses. Y parece que el nivel en esta segunda temporada se mantiene, así que esperamos seguir viéndola presente en las entregas de premios venideras.  Algo que no sirve más que para darle el reconocimiento y la visibilidad que se merece. Y es que a pesar de que la ABC es consciente que tiene entre manos un producto que no es para todos los públicos, y por tanto sus audiencias no van a ser especialmente destacadas, necesita mantener ciertas cifras y cierto nivel de “ruido” para poder seguir manteniéndola con vida. Algo que rogamos encarecidamente ya que a veces, nos gusta sufrir.

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